lunes, 30 de noviembre de 2009

EL FRIO CORAZÓN QUE LOGRÓ... UNA CALIDA NOCHE


Quien tiene oídos para oír, oiga

(Jesus).

Entre risas, amigos, música y bailes se encontraron nuestras miradas. Vecinos de mesa y estudio.

Ya nos conocíamos, así que decidí invitarte a mi mesa y charlar un rato.

Cuando te sentaste a mi lado observe que algo opacaba aquel brillo inocente de tu mirada y poniendo todos mis conocimientos en practica busque desvelar de tu mente el secreto tan celosamente guardado.

Bebimos, reímos y hasta apostamos. Un conquian fue la diferencia y aunque procure que disminuyeras la cantidad jugada decidiste seguir adelante con ese espíritu temerario que te caracteriza.

Advertí que aunque eres buena jugando, te traicionaron los nervios cuando no se hace a un ritmo que conoces o acostumbras, así pues, fue irremediable el resultado que ya te había augurado, en un solo instante gane, y observe el miedo que te provoco esa situación, porque confiabas en que cobraría mi premio íntegramente, sin saber que aun sabiendo que no contabas con tal cantidad decidí jugar.

Esa desconfianza me llevo a múltiples conclusiones que procure desvelar con preguntas al aire que no levantaran sospecha alguna, hasta que encontré lo que buscaba.

Ahora entendía tu seguridad aparente, el miedo que descubrí cuando perdiste, aquella opacidad del brillo natural de tu mirada. Lo comprendí todo.

Por dentro enardecía de coraje en contra de quien no se comporta digna, justa y honestamente, Hernández dijo alguna vez: Sólo los cobardes son valientes con las mujeres. Pero… ¿quien soy yo para juzgar tan ligeramente a los demás?, la llama de mi corazón guerrero desgarro la noche cual seda atravesada por una catana.

Despoje mi mente de toda vanidad y de cuanto pensamiento fuese absurdo para escuchar el relato completo, al finalizarlo quede perplejo.

Tanto te habían quitado, que… no alcance a distinguir si tu misma te dabas un valor, aunque fuese bajo.

Sacaste aquel renombrado juego de los Reyes, y la peor cosa que podría hacer en ese momento era derrotarte en una partida de ajedrez, así que simplemente jugué, sin intención de vencer, mi objetivo fue dibujar una sonrisa en tu rostro a costa de un fracaso en el juego.

Logrado mi objetivo distinguí cierto resquicio de esperanza en un suspiro que diste, sabía que tu corazón aunque dañado tenia fuerza y voluntad para ser curado.

Confucio comentó: Saber lo que es justo y no hacerlo es la peor de las cobardías. Así que no dude ni un momento para ponerme a trabajar en ello y en una noche tu misma observaste resultados tan importantes que lo hiciste de mi conocimiento.

Zopilotes rondando nuestro juego esperando encontrarte tan inofensiva que seria fácil que cayeras presa de sus artimañas, sin embargo, cuando dejaste mi mesa terrible sorpresa se habían llevado, no solo eras más fuerte, sino que tenias la dureza de una roca y la belleza de un nuevo amanecer.

Descubre en ti la bondad de la vida y vuela libre sus caminos, pude haber aprovechado esta oportunidad pero como dice García Márquez… “Un verdadero amigo es quien te toma de la mano y toca el corazón”

En esta ocasión por decisión de mi hermano que es el vinculo con el padre, renuncie a los placeres carnales en aras de un servicio divino que solicitaste, y aun y cuando muchos me tachan de imbecil, se el ¿por qué? y el ¿por quien? lo hice.

Las alas de tu corazón han sido restauradas y me es más grato verte volar y trinar libremente, que encerrada en alguna fría prisión.

Aquel frío corazón logro una calida noche entre dos buenos amigos. No olvides que el siempre te esta escuchando.

Es tiempo de marcharme, pensé, aquí mi trabajo ha terminado.

Solo recordemos que: Desde el instante en que el hombre comete un crimen, entra el castigo en su corazón (Hesiodo)

Autor: El Padrino