viernes, 29 de marzo de 2013

De noche...


Todo mundo piensa que de noche duermo, pero no es así, cada noche proyecto mi mente hacia los objetivos que quiero emprender por el día, hasta que apareciste tú, la sola idea de tenerte a mi lado generó en mi una energía difícil de describir, esas noches, dejé de ver por mí y empecé a ver por ambos, pero el destino me tenía una gran lección que no esperaba, la distancia un oceano más temible que el Atlántico.

Por algo pasan las cosas, una frase que oculta la impotencia del "no pude hacer más" es lo que hoy corona mi noche.

La idea del que hubiera pasado, si... es la que nunca me ha dejado vivir tranquilo, es por esa circunstancia que todos los días le arranco a mi destino esa decisión, para que cuando mire hacia atrás diga, jamás me detuve, aún en contra de las circunstancias.

Esta noche mi energía no fluye como antes y ambos sabemos por que es, sin embargo, puedo decir que lo vivido fue genial; aprendí mucho, me hiciste una mejor persona y aunque hay que seguir por caminos distintos puedo asegurar que lo viví intensamente, y que he preferido vivir el instante de un sueño contigo, a la fatídica realidad con muchas otras.

Te fui fiel desde el comienzo, aún en contra de los pronósticos que dictaron muchos, y aunque se siguen preguntando el por qué de mi decisión, he preferido mantenerte únicamente para mí, no por egoismo alguno, solamente para que el recuerdo no sea manchado por comentarios frios y banales que harían las personas, sin saber la historia que hemos escrito.

Muchas cosas de este basto universo no las entiendo, pero las vivo con gran intensidad y compromiso.

De noche soñé despierto, creaste una hermosa ilusión, me hiciste feliz, tanto como para contemplar la idea de renunciar a todo, avanzar, sin miedo y hasta donde me alcanzaran las consecuencias de mis decisiones presentes, pero haz decidido cosa distinta.

Sólo quiero dejar en claro, que lo que siento por tí no cambia en nada por la decisión que hemos tomado, pues si bien es cierto tu fuiste la que inició esta inactividad, también he tenido responsabilidad al no seguir insistiendo.

¿Qué nos depara el destino? de verdad, que, no lo sé, y si se me diera la oportunidad de saberlo, preferiría no ser curioso, pues junto a tí cada noche ha sido una maravillosa sorpresa.

Hoy por hoy, no veo la magia que esconde el brillo de la luna, a mis ojos se ve sencillamente normal.

Mientras buscábamos respuesta u orientación para esto, me di cuenta que no hay decisiones buenas ni malas, y que no soy nadie para erigirme juez y dictar lo correcto o no, pues soy una persona que no esta exenta de errores.

Creo que la decisión que tomamos fue la menos peligrosa, y con la que se va a vivir más tranquilamente.

Nos falta mucho por crecer y varios proyectos que realizar, así que seamos libres de hacerlos pues fue mucho de lo que nos enamoró, o de lo que generó el sentimiento de cariño, o de lo que fuere que hayamos sentido.

Deseo de corazón que encuentres tu felicidad, tu centro, aquello que te mantendrá en un estado sublime en este mundo y como siempre... no dejes que nada borre esa hermosa sonrisa que tienes.

Estas noches tan productivas para mí un remedo de escritor, que te tomaron sin permiso alguno como la musa de inspiración, han bajado la intensidad de la luz divina, para entrar casi en la penumbra, sí así como lo lees, fuiste musa sin saberlo.

Esta noche parece tan larga y fria sin ti, que mejor iré a dormir como cualquier mortal, tal vez en el sueño encuentre lo que he buscado tanto tiempo y si no es así, por lo menos descansaré un rato.

Pero sonríe, no pretendo ser nostalgico o escribir cosas tristes, mi intención es hacerte saber que me devolviste un poco de vida para continuar, que de forma humilde por no tener mejor regalo que entregarte, te escribo.

Sin nada más que escribir... ILL.


miércoles, 20 de marzo de 2013

EL DESPERTAR DE UN GIGANTE





Aquella noche, en las penumbras de la mente, se gestaba una pequeña chispa que nadie esperaba; la chispa de la curiosidad.


A los alrededores de esa fría cueva no había nada que no fueran árboles y pasto, cuando de pronto, detrás de un gran y viejo roble se asomó una niña de grandes ojos, de figura menuda que andaba curioseando por el mundo.

No tardó mucho en encontrar lo que a sus ojos era la promesa de una gran aventura, y con un espíritu tan indómito como el que la caracterizaba se volvió la oportunidad perfecta para seguir avanzando en su propio conocimiento de sí misma.

Poco a poco fue abriéndose paso en dicha caverna, con paso firme al inicio, y un poco vacilante cuando se vio rodeada de tal obscuridad que no le permitía verse a sí misma, hasta que la luz del sol perdió su brillo encantador. Aún con el miedo que caracteriza la noche más obscura siguió avanzando, no por ánimo racional, su corazón le dictaba avanzar más y más, hasta que encontró a su paso un gran montículo, al inicio parecía normal pero su tacto le revelo una figura extraña, lo rodeó varias veces para estar cierta en que su imaginación no la engañaba.
  • ¿Tienes nombre? -preguntó-
En el momento se escucharon caer varias piedras dentro, y un aparente quejido grave que hizo retumbar el lugar.
  • ¿Quién ha osado despertarme?
  • Yo - contestó la niña-
  • ¿Por qué me has despertado de mi gran sueño?
  • Mi corazón me ha dictado llegar hasta aquí.
Más piedras cayeron, algunas junto a la niña, que aún en esa situación, no tenía miedo alguno.
  • ¿Qué clase de guerrero eres y por qué has venido a mi recinto?
  • No soy ningún guerrero, soy solamente una niña, y he venido por curiosidad.
  • Nadi absolutamente nadie ha llegado hasta aquí sin interés alguno, así que no pretendas engañarme -aumentó el tono de voz el Gigante-
  • Pues no se que clase de personas lleguen aquí, sobre todo por el estrecho y tenebroso camino que hay que atravesar para llegar.
  • Bien, bien, ya estás aquí, pide algo, pronto, y vete para poder dormir nuevamente.
  • Se mi amigo.
  • ¿Qué clase de petición es esa?, puedo darte conocimiento, poder o fortuna, sólo pídelo y déjate de bromas.
  • Jajaja, no quiero nada de eso, sólo quiero que seas mi amigo.
  • Mmm, eres una criatura muy extraña y no tienes la fuerza suficiente para enfrentarme, aunque darte lo que pides parece sencillo.
  • Jajaja, es una de las cosas más difíciles del mundo.
  • Tonterías, te lo entregaré, pero dime en donde buscarlo.
  • Jajaja, lo que quiero está en tí.
  • ¿En mí?, no juegues conmigo, tengo un temperamento muy poco tolerante.
  • De verdad, ¿quieres jugar?
  • No, hace mucho tiempo no salgo a la luz del día.
  • ¿Por qué no?
  • Las personas como tu me dicen monstruo, me intentaron cazar alguna vez y me arrojaban cosas, provocaba pánico desde el primer instante y supongo que no serás la excepción, pero en esta tranquila penumbra no me puedes ver, es por eso que aún no haz salido corriendo.
  • Jajaja, deja de negarte y vamos fuera.
En ese momento la niña tocó lo que ella calculaba por su recorrido era la mano del Gigante, lo que provocó en él una sensación de temor.
  • Espera, ¿por qué no me temes?, ¿qué acaso el peligro que corres a mi lado no te causa ningún miedo?, ¿no sabes qué dicen de mí?.
  • No y no me importa. Me caes bien.
Sorprendido aquel Gigante y un poco tímido decidió probar a la niña, así que rugió tan fuerte como sus pulmones se lo permitieron, la caverna se cimbró completamente y la niña gritó también. Asustado por la reacción, se agachó tanto como pudo.
  • Siento mucho haberte asustado, necesitaba saber que tan peligrosa eras.
  • Tonto -susurró la niña, y al momento un pequeño sollozo se dejaba escuchar en la caverna-
  • De verdad lo siento - estiró su gran mano y tocó a la niña con un solo dedo, con la delicadeza que sólo un verdadero amigo lo hace-
  • No lo vuelvas a hacer, de verdad que si das miedo -fue la frase de la niña mientras abrazaba aquella falange- supongo nadie te visita y tampoco creo que tengas muchos amigos.
  • Jojojo, así es, esta cueva ha sido mi hogar por mucho tiempo, salgo una vez por mes a buscar frutos para comer, y regreso bajo el manto de la noche, para no dañar a nadie.
  • Tu eres entonces "El monstruo de la luna llena".
  • Sí, así me dicen algunas personas.
Jalando un poco el dedo de aquel Gigante le dijo, vamos a fuera, es un gran día para correr y jugar en el bosque.

El gigante un poco desconcertado se levantó y tomó a la niña con gran cuidado entre sus manos.
  • Ven, saldremos por donde siempre salgo -caminó unos cuantos pasos y giró a la izquierda, luego, un poco a la derecha y delante de ellos se alzaba una gran grieta que a lo lejos dejaba ver que se escabullía un haz de luz-
  • Orale, este es el camino que tu ocupas, jejeje, me preguntaba como hacías para entrar en la cueva, pues el camino que yo ocupé es muy estrecho.
  • Jojojo, por donde tu entraste no cabe uno sólo de mis dedos, pero luego me encargo de tapar esa grieta.
  • Y... ¿cómo te visitaré después?.
  • ¿Después?...
  • Sí, después, una amistad se construye poco a poco.
Un poco desconcertado el Gigante bajó a la niña al suelo después de salir y le dijo:
  • ¿Estas diciéndome que volverás aquí a buscarme y despertarme varias veces, y siempre tengo que salir para jugar contigo?
En ese momento la niña alzó la mirada para ver al Gran Gigante pero los rayos del sol no le permitían distinguir aún su rostro.
  • Pues... sí, así funciona esto de la amistad.
  • Ya no me está agradando la amistad, cada que salgo es un riesgo para el mundo.
  • No, no eres un peligro, solamente deben de conocerte un poco más.
  • No quiero que me conozcan más, somos felices, sin conocernos.
  • Jajaja, eres muy extraño.
  • No se como tomar ese comentario viniendo de tí que buscas la amistad de un Gigante.
  • No la busqué, sólo la encontré, aparte tal parece que tener de amigo a un Gigante es un tesoro, hasta estabas bajo tierra.
  • Solo ten cuidado, no te cruces en mi camino no vaya a ser que te pise sin querer.
La mirada de la niña se abrió tanto que no supo que decir.
  • Jojojo, no es cierto, no soy tan torpe como para pisarte, pero ten cuidado, jojojo.
Ese día, más tarde, la niña pudo distinguir la figura del gigante completamente a la luz del sol.
  • Hemos jugado hasta tarde, es tiempo de que te vayas a tu casa y yo a mi caverna, anda ve.
  • Gigante, ¿cómo te llamas?
  • Nombre no tengo, siempre me han llamado monstruo.
  • Ese nombre no te queda jajajaja, te llamarás Drako.
  • Mmm, anda ve a tu casa - la encaminó con el dedo, que al momento la niña abrazó-
  • Te quiero Drako, no eres malo como dicen.
  • Tal vez tengas razón per aún así, ya vete.
  • ¿No quieres saber mi nombre? -preguntó la niña-
  • ¿Tengo que saberlo?
  • ¿Cuál es tu nombre?
  • Me llamo Lamaha
  • Es un extraño nombre, pero muy bello, digno de una bella niña como tú.
  • Gracias Drako, ahora que ya sabes quién soy me iré, pero volveré pronto a visitarte.
  • Es lo que me temía -dijo el Gigante con un tono de sincera aprobación, más que de molestia, así que intercambiaron sonrisas y ambos se retiraron-
Aquel Gigante no contaba con amigo alguno y un tanto aletargado de sentimientos por su incansable sueño, volvió a la caverna, se sentó en medio de la nada y se puso a pensar que rayos fue lo que había pasado, como con sus antecedentes de haber destruido pueblos enteros, guerreros que parecían invencibles y una que otra criatura mítica fue convencido por una niña para jugar.

Poco a poco, ahogado en sus pensamientos fue cayendo en un profundo sueño.

La niña por el contrario al llegar a su casa contó a sus papás y amigos que había hecho un gran amigo, y vaya que era grande, se sentía muy emocionada pero a todos les ocultó su verdadera naturaleza, por el momento, ya que muy en el fondo sabía lo que podrían pensar de aquel contacto.

A la mañana siguiente, la niña volvió a la caverna muy temprano, mientras el Gigante seguía dormido y habló con voz baja pero muy dulce:

  • ¿Drako?
  • Cinco horitas más, por piedad -balbuceó el Gigante-
  • ¡Drako, despierta!
  • ¿Qué está pasando aquí?, ¿quién importuna mi sueño?
  • Yo
  • Lamaha, ¿qué haces a estas horas por acá?, ¿qué no sabes que los Gigantes dormimos mucho?
  • No sabía, pero es un lindo día para jugar.
  • Estos desvelos no le harán bien a mi naturaleza, te lo puedo asegurar.
  • Jajaja, no seas gruñón y levántate, el sol está muy brillante hoy.
  • De verdad que no se como tiene tanta energía una persona tan pequeñita como tú.
  • Jajaja, ya, sígueme.
  • Está bien, iré.
Al salir del hogar obscuro y un tanto húmedo de Drako, la levantó entre sus manos y la acomodó en uno de sus hombros, para dar un paseo.

En poco tiempo atravesaron todo el bosque y la llevó a conocer unos hermosos paisajes que de otra manera no hubiera podido conocer y regresar a tiempo a casa, rios y pequeños lagos donde se daban cita otras criaturas que vivían a los alrededores y que su naturaleza inocente hacía que no le temieran al Gigante.

Así pasaron varios años, entre viajes y aventuras de ambos, a veces sólo se sentaban al sol a charlar, hasta que atardecía, se conocían y caían tan bien que se volvieron inseparables.

Un día estaba prevista ya la cita de costumbre, pero la niña no llegó, Drako preocupado empezó a recorrer el bosque, los lagos, los ríos y uno que otro recoveco en el cual jugaban frecuentemente para encontrarla, pero fue inútil.

Se sentó esperando, atento a los movimientos entre los árboles pero de Lamaha no había noticia alguna. Al atardecer de ese día volvió el Gigante a su cueva algo confundido y preocupado, aquella noche no pudo dormir, pensando en terribles acontecimientos, hasta que por la mañana muy temprano, cuando aún no despuntaba el sol, Drako salió rápidamente hacia la casa de Lamaha, discretamente, tanto como pudo buscó, por aquí y por allá para saber si estaba bien pero ni sus luces, así que para cuando cantó el gallo, él se encontraba en medio del pueblo, tenía que salir inmediatamente de allí, si lo veían sería el fin.

Corrió como nunca antes con el sigilo de un gato, pero justo antes de salir del pueblo, una pequeña puerta se abrió, era la de un temible enemigo de antaño que lo alcanzó a reconocer, se volteó para mirar y al momento vio la mordaz espada que cargaba consigo aquel ingente caballero.
  • Detente ahí monstruo -gritó el caballero-
El Gigante presa del miedo brincó sin mucho esfuerzo una cerca y huyó.

Una vez llegando a su caverna suspiró y se preguntó a sí mismo donde había estado aquella noble alma que lo llamaba amigo.

Días después volvió la niña, aquella de rostro angelical, de un alma pura, tan sonriente como la primera vez.
  • ¡Drako! -Gritó-
  • Lamaha, ¿eres tú?
  • ¡Sí!
  • No me vuelvas a dejar, por tanto tiempo, mi corazón casi se parte en dos.
  • Jejeje, estuve un poco enferma y es por eso que no pude estar contigo, pero he vuelto, para seguir siendo felices...
En ese punto del reencuentro fue cuando el Gran Gigante se dio cuenta de que quería a Lamaha, por lo que era, por como lo hacía sentir, porque ella representaba lo mejor de sí mismo.

Lamaha un tanto más diestra en eso de los sentimiento le dijo al Gigante que lo quería mucho, que él representaba la fuerza que ella aparentemente no tenía, así transcurrieron otros años, jugando, divirtiéndose, en pocas palabras conociéndose a fondo.
  • Lamaha, tengo que confesar que desde hace tiempo el cariño que siento por tí es desbordado, no se como explicarlo...
  • Supongo que lo que intentas decir es que me amas.
  • Por sobre todo... incluyendo aún a costa de mi propio ser.
  • Yo también te amo.
Esa frase confundía al Gran Gigante, pues era un sentimiento muy poco explorado para sí, pero aún así con mucha valentía continuó amándola.

Un día escuchó cerca de su caverna un estruendoso grito, en el cual reconoció un poco de aquel tono familiar de Lamaha, salió despavorido de su guarida hacia el bosque, y se encontró a una jauría de lobos, aquellos atormentaban la frágil inocencia de la bella Lamaha.

De un salto calló entre ellos y su noble amor, la levantó en brazos y la depositó sobre la copa de un árbol.

Los lobos no se hicieron esperar, una mordida a las piernas de un lado y del otro, presto para la batalla de un sólo golpe derribó a tres grandes lobos, mientras que otros tantos lo mordían ferozmente, ante el descuido de algunos de sus miembros; la lid se tornó sangrienta, se escuchaban lamentos de los lobos, quejidos del Gigante, gritos de súplica de la princesa, varios huesos fueron rotos de los enemigos, hasta que calló el último de los inmisericordes cuadrúpedos, no sin antes herir de muerte al Gigante que fue derribado por el cansancio y las heridas...

Como pudo, Lamaha bajó de aquel gran árbol hasta estar a lado de su gran amor.
  • Lamaha ¿estas bien?
  • Sí, pero no me abandones -se alcanzó a escuchar entre sollozos su dulce voz-
  • Estoy muy cansado -replicó el Gigante arrodillado y sanguinolento frente a la bella princesa-
  • Te amo, Drako, no me dejes...
  • No temas mi bella princesa, a donde yo voy es nuestro hogar, un paraíso tan grande que dificilmente lo podríamos recorrer por completo, pero recuerda que en mi tu haz hecho nacer la llama del amor, un recuerdo de éste mundo que no se compara a ningún tesoro conocido.
  • Aguanta, yo te curaré las heridas, sólo se fuerte.
  • La fortaleza de mi espíritu en tu compañía no es comparada con la de mi cuerpo en la lucha, ahora tengo que dejarte...
  • No por favor, resiste.
Las últimas palabras de aquel noble caballero, fueron...
  • Te amo.
Los sollozos de la noble princesa duraron más de 7 días, el recuerdo de un gran amor no permitía que su manantial salado como lo son las lágrimas se secara.

Tal y como aquel Gigante despertó ante el leve roce del cariño de una verdadera princesa, así empezó nuestra historia; despertando en mí el espíritu de un Drako desconocido, un cuento que continuará hasta en tanto nuestra felicidad no se pierda.

Un amor completamente distinto a todo lo que se conoce, de lo que se ha escrito o se escribirá, pero uno jamás sabe cuando caerá en estratagema por el amor incondicional que se tiene, mientras sigamos divirtiéndonos en el bosque de la vida, seguiremos sonrientes aunque el mundo se pregunte el por qué de tal felicidad.

Aquel y este Gran Gigante, no mueren pues son eternos, sencillamente se han dormido ante las inclemencias y los ataques de los lobos que a diario nos acechan... o ¿acaso es que la historia no termina como lo he previsto?...

El final lo escribimos juntos, día a día, y sí, sólo nosotros sabremos como continuará...

ILL...