Este cuento no es de mi autoría, en algún momento de mi vida lo leí y me parece muy bello, lamentablemente no recuerdo como fue que llegó a mis manos y quien es el autor, si algún lector lo sabe, le agradeceré encarecidamente nos pudiera dar luz al respecto, para otorgarle el reconocimiento por tan brillante forma de plasmar una enseñanza a quien se lo merece.
Cuenta una vieja leyenda que un día llegó un niño muy desconsolado a ver al sabio del pueblo y le comentó entre sollozos:
-La vida no es justa, le he entregado mi amor y lo despreció como si fuera cualquier hoja de papel sucia.
A lo que el Mago contestó.
- Y... ¿eso te hace sufrir?
-Sí, me enoja, me incomoda, me hace sentir que no valgo nada.
-Vaya, vaya, pero en una acción no está tu valor, tu valor esta sólo en ti.
-¡No lo entiendo Señor Mago!
-¿Quieres que te explique como funciona?
-Sí, por favor.
-Pues bien, mi conocimiento tiene un costo, así que vas a tener que hacerme dos favores y cuando los termines, te daré tu explicación, ¿estas de acuerdo?
-Si
En ese momento el Mago rió como si tramara un plan y al momento se quitó un anillo de su dedo y le dijo al muchacho:
-Mira hijo, ando un poco corto de dinero, ve al mercado del pueblo y vende este anillo, pero sólo al mercado, no vayas a ningún otro lado, es de vital importancia que lo hagas como te digo. El precio que le pondrás será de mil monedas de oro, no aceptes menos de ese precio.
Presto a obedecer la orden del sabio, el joven salió corriendo al mercado a vender el anillo, para ayudar al Mago y que el Mago lo ayudara a él, pero siendo alrededor de las cinco de la tarde cuando ya cerraban el mercado se le vio salir de el cabizbajo. Al llegar a la casa del Mago con los ojos inundados en lágrimas le dijo:
-Discúlpeme señor Mago, no he podido ayudarlo, fui a vender su anillo, y no logré nada, soy un bueno para nada, nadie quiso pagar mil monedas de oro, quien más ofreció por su anillo me daba sólo doscientas cincuenta, y cada que mencionaba el precio que usted me dijo se burlaban de mi.
El Mago que ya había urdido un plan, le dijo, entre carcajadas:
-No te preocupes, hiciste un gran esfuerzo y eso me agrada muchísimo, es justo el momento exacto para que me hagas el siguiente favor, ¿estas de acuerdo?
-Si, espero este si lograrlo -comento meditabundo-
-Pues bien, el día de hoy se celebra una reunión de Magos a las siete de la noche en la biblioteca central, lleva el anillo y ponlo sobre la mesa, y por ningún motivo, sea el precio que sea y te prometan lo que te prometan no te deshagas de el, sólo muéstralo.
Sin demora, pero sin ganas el niño se hizo presente en la reunión, y como se lo solicitó el mago, sacó el anillo de su bolsillo y lo puso sobre la mesa donde había algunos Magos reunidos, uno de ellos miró su destello e increpó al muchacho:
-Hijo de donde haz robado ese anillo, no sabes lo que andas cargando, te daré veinte mil monedas de oro por él.
Entre los comensales se empezó a generar un murmullo que corría rápidamente, alguien se acercó y le dijo:
-Muchacho yo te daré treinta y cinco mil monedas de oro por ese anillo.
El precio era altísimo, prácticamente una fortuna, con esa cantidad de oro el Mago viviría sin ningún problema toda su vida. El Mago más sabio de los ahí reunidos se acercó, miró fijamente aquella rareza, puso su mirada en el joven y comentó:
-No sabes lo que tienes entre las manos, te daré cien mil monedas de oro por ese anillo, es el precio más justo que obtendrás por él en este lugar.
Se hizo un silencio sepulcral, los asistentes no podían creer que ese Mago hubiera ofertado esa fuerte cantidad de dinero por el anillo, lo que hizo que el muchacho sintiera miedo, tomó el objeto a toda prisa lo pegó a su pecho aferrándose a él con todas sus fuerzas y salió corriendo sin mirar atrás, por temor a que se lo quitaran.
Cuando llegó a casa del mago aún asustado por lo acontecido le comentó:
-No se como lo hiciste, ahí me ofrecieron mucho dinero por el anillo, su oferta más grande fue de cien mil monedas de oro, y siento que pudieron darme muchísimo más, pero no lo vendí, salí huyendo del lugar por temor a que me lo fueran a quitar y volverte a fallar.
El Mago rió como si hubiera sabido lo que iba a pasar y le dijo:
-Hijo, devuélveme el anillo.
-Aquí lo tienes, oh gran sabio.
Con un gesto de placer volvió a ponérselo en su mano, pasó un poco de tiempo en silencio e inició:
-Así como el anillo son tus sentimientos, si se los ofreces a las personas incorrectas, no valen nada, aparentemente, pero si se los ofreces a las personas correctas valen muchísimo. Pero debes estar bien consciente de que tanto el anillo como tus sentimientos tienen un valor único que radica en ellos mismos, no en lo que las personas creen que valen, así pues, digan lo que digan no ofrezcas tus sentimientos a personas incorrectas.
FIN
Espero les haya gustado y logre en ustedes un alto grado de consciencia.