El viernes a las cuatro de la mañana sonó el teléfono en la cocina, acababa de acostarme así que mi cerebro se encontraba activo, pero esas llamadas, en mi familia, nunca traen buenas noticias;
- Hola amor, necesito que vengas a la casa junto con tu familia, lo más pronto posible.
Sabiendo de antemano que menguaba su salud me dispuse lo más rápido posible para salir de la casa, pero el destino nos tenía a la espera, pues a aquellas horas no hay servicio de transportes por donde vivo, ¿un capricho del universo? tal vez, lo cierto es que me dio tiempo de reflexionar respecto los sentimientos que tenía en aquel momento.
Armado para la impresión de encontrarme con mi familia devastada por la noticia, en mi mano llevaba mi Biblia y al cuello un Cristo.
La escena fue más que sorprendente, todos los pilares de la familia estaban fracturados, aquellas personas que por su fortaleza espiritual, de carácter, económica, de servicio, estaban hechos polvo, no aceptaban la verdad, la cabeza de familia había fallecido.
Fueron dos días sumamente difíciles, el ver a tus seres queridos sufriendo jamás es fácil, sin embargo, me mantuve en la raya, entre el filo de caer presa de la agonía emocional o de ver todo como lo que es, un ciclo, del cual soy parte y en el que, en algún momento terminaré en la tumba, como mi abuelita.
Horas de desesperación pasaron, y aunque todos decían rezar, orar, y otras cosas mas, yo tuve que conformarme con platicar, elegí para ser mi interlocutor lo que yo llamo Dios, quien puede ser realmente alguien o algo superior a mi o sencillamente mi mente lógica-analítica contestándome, aunque, yo prefiero creer que es un ente superior a mi, pues me hace sentirme más seguro, esto es sencillamente cuestión de fe.
- Maestro, tengo miedo, no a lo que pasará sino a lo que está pasando, pero no tengo ganas de llorar, mi familia me necesita en un tiempo tan duro como este, lo sé, lo veo, quieren recargarse en alguien que mantenga la templanza suficiente para no caer.
- Si, y ¿tú crees ser esa persona?
- La verdad es que no lo sé, pero no veo alguien más que lo haga, veo incertidumbre, desesperación, angustia, enojo, miedo, arrepentimiento, Señor Mio, por Dios, veo error, veo reproche hacia ellos mismos. Piden tranquilidad a los demás cuando sus almas están intranquilas... ¿y yo?. aquí, en medio de un tirón de emociones, donde el mínimo desequilibro me hará caer de su lado, es una ruleta rusa; y quienes al parecer cuentan con el temple para aguantar la tormenta, prefieren huir a un lugar solitario, no para llorar, sólo para no ser arrastrados en este torrente de sentimientos que es sumamente contagioso.
- Lo sé hijo, pero todo es un ciclo, que empieza y termina.
- Cuando se ama en esta forma Señor para nosotros es preferible que no acabe, pero tus tiempos son perfectos, eres el Ser que jamás se equivoca, pese a que no lo entendamos.
-Forjaré en ti un nuevo pilar donde podrán descansar las preocupaciones de otros, y te haré resistente a tal punto que te creerán inhumano, no abuses de esta gracia que te otorgo, pues los dones son sagrados, pero no sólo eso, te dotaré de una inteligencia superior para que puedas dar un poco de luz a las personas que estén pasando por procesos tan complicados como lo son la vida y la muerte.
- ¿Y eso cuando pasará?
- A su debido tiempo.
Así fue como regresé al lugar a ver tendida a mi abuelita, ya sin vida, rodeada de flores y velas, y me acerqué a darle gracias por todo lo que había hecho por mi, sabiendo que quien la recibió en los cielos está más allá de lo que yo puedo comprender, lo cual siempre me dibuja una sonrisa.
Saber que un ser querido vive aún en la muerte por Gracia de Dios felizmente es sencillamente gratificante.