En las llamas ardientes del deseo se cosecho nuestro cariño, una amistad tan grande que pocos pudieron entenderla, pero jugar con fuego siempre es peligroso y más cuando el martillo de los sentimientos está forjando un arma de doble filo.
Conversación tras conversación se endurecía la amistad, tanto que muchos llegaron a confundirla con amor, y desde mi punto de vista incluso nosotros.
Pero el destino al ver que negamos los impulsos soplo tan fuerte que creó una ventisca enfriando el corazón, ahora nuestras pláticas parecen vacías, deshonestas, diciendo cosas que no sentimos o hacemos, y la tristeza de la razón aclama la sangre de los caídos.
Por caprichos del destino el cual tiene el alma de niño y le gusta curiosear y jugar con la vida y sentimientos de las personas nos hemos vuelto a encontrar, después de un largo recorrido en donde el vacío lo llenaba todo, pero ya nada es igual.
Un ataúd de frío hielo sólido como el diamante guarda nuestros corazones hasta el punto en que puedan volver a amar y seguramente ese amor, no será entre tu y yo.