sábado, 12 de agosto de 2017

La taza



Hace algún tiempo me contaron esta historia, espero les guste...

En un país lejano, había una tienda de artesanías únicas, en su estante principal se encontraba una taza resplandeciente, la chica que había entrado para comprar quedó asombrada por la belleza de aquel objeto, así que pidió que se la mostraran. 

La encargada del lugar abrió el estante y bajó la taza proporcionándole a la rubia tan preciado objeto; en ese momento la taza habló y contó su historia.

-Usted debe saber que yo no siempre he sido la hermosa y delicada taza que soy hoy en día, hace mucho tiempo era sólo un puñado de arcilla. Pero mi dueño original me tomó entre sus manos y me fue dando forma; al inicio sentí que me ahogaba por el agua que había puesto en mi, desesperada le grité, si tu amor es tan grande ¿por qué me haces esto? a lo que el respondió:

-Tranquila, no te desesperes;

-Ya un poco más desahogada, y cuando empezaba a sentir un poco de confort, él empezó a amasarme, me dolía todo, me hacía de un lado al otro y no me dejó descansar; volví a gritar, piedad, apenas me estaba recuperando, por favor, ¡basta!; él, sonriente dijo:

-Resiste, tú puedes;

-Poco a poco fue moldeándome entre sus cálidas manos; se  sentía muy bien estar entre ellas, pero de vez en vez me salpicaba con agua que no me dejaba dormir, hasta que volví a caer en la desesperación y grité, ¡no te entiendo, dices quererme y me torturas!, pero el con una mirada pacífica me susurró;

-Aguanta un poco más, todavía no es tiempo.

-Una vez terminado su modelaje me dejó reposar unos minutos, empecé a sentir la frescura del ambiente, y un aroma a madera delicioso, súbitamente me tomó y me puso en un horno, ¡Nunca había sentido tanto calor!, ¡me estremecí!, ¡mi desesperación llegó a limites que no conocía y rogué por piedad!, ¡incluso lo amenacé con ya no amarlo!, pero él me miró tiernamente y me dijo;

-Espera, yo sé lo que hago, resiste, sólo un poco más;

-Al fin, después de unos minutos en ese infierno, me sacó con mucho cuidado, me revisó completa y me dejó sobre su mesa de trabajo, el aire parecía una bendición, estaba agotada, y cuando empezaba a tener la temperatura ambiente me volvió a tomar ahora con sus manos, y a lijarme, me daba muchas vueltas, sentía vértigo, no podía ni hablar de lo mal que me sentía, duró poco aquello pero a mi me pareció una eternidad, cuando paró, mi mirada expresaba todo el resentimiento de mi ser, él sonrió, me acarició dulcemente con sus dedos y sopló sobre mi mientras hablaba;

-Ya casi, pero tienes que resistir un poco más todavía.

-Por mi mente sólo pasaba una pregunta "¿por qué me haces esto?" pero ya era imposible expresarla; nuevamente me metió a un horno, mucho más caliente que el primero, pensé, estoy acabada, este es mi final, imploré piedad, amenacé con vengarme, pero nada cambió, grité y lloré tanto como pude, él me veía desde afuera, con una expresión de preocupación y revisando el tiempo, casi al punto del desmayo, abrió la puerta del horno y me sacó, en esos momentos me pregunté si acaso había esperanza de sobrevivir a todos esos tormentos, mi voluntad parecía desmoronarse. Me volvió a revisar minuciosamente cada detalle mientras yo únicamente me dejaba llevar, y le dije: ¡no mas!, ¡me rindo!, ¡ya no lo soporto!, ¡si para esto me sacaste de la comodidad de la arcilla mejor devuélveme ahí!; él me miró y sonrió nuevamente, me acarició y vi mucha alegría en sus ojos, se acercó a mi y me dijo:

-Falta casi nada.

-Creí que me lijaría o me pondría en otro horno o me daría vueltas hasta reventar, pero fue peor que eso, con un pincel empezó a mojarme de una sustancia viscosa, su aroma me ahogaba, me desmayé y no supe más de mi hasta después de un tiempo, desperté en una repisa, estaba fresca, relajada, no había ruido, el aire era tibio y todos los aromas y dolores se habían ido. No pasó mucho tiempo cuando mi hacedor abrió la puerta, me tomó cariñosamente entre sus manos y con una sonrisa divina me dijo:

-Aquí estas, mira.

-Y tomó un espejo, lo puso frente a mi y era una hermosa taza, única en su clase, ¡era yo!, ¡no podía creerlo!, lloré de la alegría, me emocioné tanto que bendije sus manos y su presencia, él me volvió a sostener amorosamente y acercó sus labios susurrándome:

-Yo sé que sufriste mucho al ser modelada por mis manos, pero tu hermosa figura lo requería, sé que pasaste por temperaturas insoportables, pero eso forjó tu sólida consistencia, mira ahí donde raspé y pulí, tenía que hacerlo para que quedaras con una presencia fina y aunque la pintura del final te desmayó, decoraba y enaltecía cada detalle perfecto de tu existencia, ahora eres una hermosa taza, lo que imaginé cuando comencé mi trabajo contigo; ahora dime, ¿hubieras preferido que te dejara como arcilla?

-mi respuesta fue un rotundo no, y apenada no supe donde esconderme.

-Él me dijo;

-Iré a una tienda especial donde aprecien tu totalidad y tardarás poco en encontrar las manos en las cuales podrás hablar para contar tu historia, porque esa persona necesita conocerla, así que ve a seguir con tu propósito divino.

viernes, 11 de agosto de 2017

Los peces y el tiburón



Los japoneses siempre han gustado de comer pescado fresco, pero las aguas cercanas a Japón no han tenido muchos peces, así que para alimentar a la población japonesa, los pescadores tuvieron que fabricar barcos más grandes para adentrarse en el mar; mientras más lejos llegaban, más era el tiempo que les tomaba regresar a entregar el pescado y lamentablemente no llegaba fresco.

Los dueños de los restaurantes comenzaron a quejarse debido a que sus clientes les hacían la observación de que no tenia buen sabor el pescado.

Para resolver el problema los pescadores instalaron congeladores en los barcos, así la carne llegaría lo más fresca posible, sin embargo y aunque el sabor había mejorado, nuevamente los comensales se quejaron.

Los pescadores buscaron la solución a este problema e instalaron peceras enormes dentro de los barcos, mantendrían vivos a los peces hasta llegar a las costas, así, el sabor no se afectará (pensaron), y se pusieron manos a la obra, trabajaron día y noche para conseguirlo; días después de la entrega, los dueños los comercios volvieron con ellos y les dijeron: "fue muy buena idea la que tuvieron, el pescado llega más fresco que antes, pero aún así el sabor no es lo suficientemente bueno, nuestros comensales lo notan"

Los pescadores se sentían abrumados por la noticia, no sabían que hacer, así que comisionaron a un pescador para que fuera a ver al mas anciano de la aldea vecina, él era bien conocido por resolver los problemas que parecían no tener solución.

Sin demora Yuki visitó al afamado anciano y sin chistar expuso su problema, el viejo con actitud calmada pero aguda, notó en las palabras del pescador el desazón que le provocaba, así que dijo:

-Metan a sus contenedores un tiburón pequeño

Yuki que llevaba años siendo pescador respondió:

-Es una locura, un tiburón en el contenedor dará como resultado perdidas económicas.

Pero el anciano argumentó:

-Más perderás si dejas de vender por no contar con el pescado más fresco. Recuerda que los desafíos de la vida sirven para mantenerte vivo.

Y así concluyó su consulta. Yuki salió de aquella reunión bastante confundido, no sabía que hacer, si llegaba al puerto con esa información sus colegas se burlarían de él, pero si no la decía en muy poco tiempo seguramente cerrarían por ventas bajas. Sin otra opción que tomar, decidió arriesgarse y hacerle caso al anciano.

Transcurrió el viaje sin novedad, el tiburón hacía de las suyas con algunos peces, pero llegaron al puerto e hicieron como siempre, sus entregas.

Una semana después sus compradores estaban esperándolos para darles excelentes noticias, sin saber cómo lo lograron, el pescado que ellos tenían era el mejor de la región, su frescura y sabor era inmejorable, así que aumentaron los pedidos.

Agradecidos con el resultado Yuki y una comitiva de amigos fueron a visitar al anciano quien los recibió muy amablemente, ellos comentaron que los resultados de su idea fueron excelentes, pero que aún no entendían cómo era posible eso, a lo que el anciano respondió:

-Los peces son seres vivos, que requieren ser desafiados para mantenerlos vivos, en sus largos trayectos, se aburrían, dejaban de nadar e incluso algunos morían porque no había desafío alguno, con un tiburón dentro del contenedor, los peces no se sienten seguros, siempre están moviéndose y el tiburón siempre está al acecho, así ambos mantienen un nivel de vida sumamente alto.