Por la mañana del día de hoy, desperte con ansias locas de no pararme, sin embargo, tenía que hacerlo por mis múltiples obligaciones que debía desarrollar (inscribirme a la escuela), así que, de una manera sutil me levanto mi mamá a punta de gritos.
Al momento y cual gendarme me dispuse voluntariamente a levantarme, ya con el alma despabilada y el frio de la mañana me meti a darme cual rey una fresca ducha (me metí a bañar y no había agua caliente), una fresco y con el espíritu alegre que me caracteriza me vesti adecuadamente para realizar mi gran compromiso matutino en donde la mayoría de los asistentes fueron previamente invitados una vez cubierta su cuota de inscripción.
Saliendo de mi mansión de chorrocientosmil centímetros me dispuse a esperar mi transporte, el cual les comento es un flamante Mercedez benz de 48 plazas casi casi una limousina (el camión) el cual guarda un sin fin de sopresas, cual espacio de cositas, sombrero de Barney o bolsa de Hermione, lo cual yo no había descubierto hasta esta mañana.
Detuve a mi chofer con una sola señal (le hice la parada), una vez que se detuvo me di cuenta que venia altamente preparado ya con fanseses arriba y un cadenero a la orilla que hacía un llamamiento a abordarlo con la frase alegre de "Subale hay lugares (lease con tono chaca)".
Una vez agradeciendo sus finas atenciones con una previa propina (mi pasaje), observe que los lugares V.I.P (hasta enfrente) ya me habían sido reservados.
Cual si fueran polas atenciones de mis dos subalternos para no ser molestado por las porras y los gritos de mis fanseses, pusieron la música a todo volumen festejando mi entrada y viaje triunfal (Ibamos escuchando charanga).
No obstante de mis multiples alegrias que me causaban con sus finas atenciones dicho transporte había sido tuneado, de retrovisores, contabas casi casi con una luna de espejo (el cristal roto a media luna), vidrios polarizados, con la alta tecnología que nos caracteriza a nosotros los mexicanos (una mica de 20 pesos)y un asesor experto en transito terrestre que le informaba al comandante de la unidad "vienes, vienes, vienes, si pasas (lease con un tono chaca)".
Aproximadamente cada 5 a 10 minutos, recibíamos gratamente con la fiestota a un nuevo fansenses (Subían más pasajeros).
Llego el momento en el que mi limousine personal había quedada abarrotada y se volvió un sauna por cortesia del capitan y sancho panza (Hacía un calor de miedo).
Como era previsible, me engenté pero sin querer hacer mayores aspavientos, decidí solicitarle al chofer el cual era una distinguidísima persona (por ser calvo), me de dejara descedender de manera discreta para no causar un revuelo inecesario y desagrado a mi fanseses (me bajé del camión).
Ya más fresco decidí realizar una caminata matinal cual si fuera una caminata zelta, por las alturas de que disponía al momento (caminé y subí un puente). La magnifica vista que me proporcionaba la altura me dejo apreciar la realidad en la que me encontraba, y para no sentir vertigo, descendí hasta ver nuevamente uno de mis tantos choferes particulares que venía llamando mi atención con su particular sonido de clacson la cucaracha.
Una vez que lo divisé a lo lejos, le hice la seña que me caracteriza para detener su gracil huida (le hice la parada), saludé como lo dictan los cánones sociales a mi chofer y haciendo un huequito mas en mi bolsillo, me dispuse a dar el día de hoy una segunda propina.
Ya más tranquilo me percaté de que este otro chofer no me tenía contemplado en su viaje, pues la cantidad de fanseses que estaba abordo, era inferior al número del camión del cual me había bajado previamente, sin embargo, los comensales que en este nuevo viaje me acompañaban eran internacionales, pues en el asiento de atras estaban dos chinos (de china), en el de alado había un negro (de africa) y al fondo una rubia a fuerza que parecía medio gringa(mexicana que se tiñó el cabellos).
El viaje fue corto, pero llegamos a nuestro destino.
Decidí en el último instante por no contar con mi carro particular, caminar un poco hasta llegar a la cita pactada desde el inicio, al rayo de sol incandescente me tuve que formar como cualquier mortal, lo que me dejó un bronceado como si hubiera ido a la mejor playa del mundo, me relajé cuanto pude, y avancé pacientemente para que me atendieran y poder realizar la inscripción, tardé en la fila más de una hora, y en que me inscribieran sólo cinco minutos (algo frustrado).
Después de toda la odisea que llevaba recorrida, me dio un poco de hambre, así que invité a una niña muy especial para mi a comer en un restaurant gourmet chino con excelente atención (un puesto de comida china cualquiera), donde nos dieron a escoger entre varios de los cuales decidimos probar un poco de todo (buffet), la dueña del lugar amablemente nos sirvió los guisados con tenedores como es costumbre comer aquí en mi país, sin embargo, para apreciar la comida correctamente se debe comer como las costumbres del lugar del que vienen (con palitos chinos), así que presto y con amabilidad, solicité a la dueña me proporcionara unos cubiertos acorde a la ocasión, ella sorprendida me cuestionó respecto de si sabía comer con ellos, y yo de manera sincera y desvergonzadamente di un no como respuesta, presta a cubrir la deficiencia me dio una clase altamente profesional, prácticamente especializada de como usar los palitos chinos, lo cual retransmití a mi acompañante, y comimos. La verdad me fue muy facil comer con palillos chinos pero a mi acompañante no tanto, incluso la dueña del lugar me felicitó.
En la comida sostuve un fuerte combate de kung fu, por las bolitas de pollo dulce que estaban en el plato y los chícharos del arroz, sólo se escuchaba el crujir de los palitos chinos al contacto, he de reconocer, que la última bolita la perdí no sin antes arrancarle en la batalla un cacho (esto si es literal), así pues, agotados de tan sangrienta batalla, fui invitado a un magno y exclusivisimisimo evento (ir a ver una película de cine), en donde asistieron únicamente cuatro personas (por eso digo que era exclusivisimisima), en la reseña se establecía "Genero: Terror", al entrar a la oscura sala el ambiente era propicio para el desarrollo de la trama, pasamos más de una hora al filo del asiento esperando con ansias el momento del abrupto (el cual jamás llegó), ya un poco agotados decidimos regresar a casa, no sin antes rememorar uno de nuestros más geniales días, como los otros 365 que ofrece el año.
Esta historia es para recordarte, que tu puedes hacer de un día ordinario uno extraordinario, esto es sencillamente un acto voluntario.